El lanzamiento fue calificado como "una provocación" por parte de Estados Unidos, que en respuesta directa intensificó los ejercicios militares en la zona con fuerzas japonesas y de Corea del Sur.
Apuntaron al mar y uno cayó a menos de 60 kilómetros de la costa de Corea del Sur. El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, lo describió como "invasión territorial".
En un ensayo armamentista los ejércitos de dicho país y Estados Unidos lanzaron 5 misiles hacia el norte y uno cayó en la costa, generando un incendio.